El tiempo sigue teniendo mucha prisa. Los aeropuertos
cancelan vuelos casi todos los días. Las oportunidades se van al limbo.
Internet sigue sin llegar a mi habitación. Todo lo que sube acaba bajando. El ron hace daño. Los hielos, también. Los discos se rayan. Por las
noches parece invierno. Y la primavera es perezosa. Los viajes de ida y vuelta
son más duros porque nadie te espera en la estación. Las relaciones se
desgastan. Nada dura toda una vida. Ni toda una vida es suficiente para nadie.
Los lunes son odiosos. Madrugar los martes, también. Las baquetas se rompen y
siempre acabo tocando la nota a evitar. Nos recortan en sueños e ilusiones. El futuro es demasiado incierto. Las gafas de sol no tapan las ojeras. La
rutina es tedio, y el tedio es rutina. Los semáforos están en rojo si los
miras. Los baches están donde menos te lo esperas. Los perros muerden. Y los
gatos son muy perros. Los malos son muy malos y los buenos, a veces, no son tan
buenos.
Y si te disparan, sangras. Es lo que hay. Pero esto es demasiado importante como para
perder el tiempo lamentándose y observando por el espejo retrovisor.
1 comentario:
Viene en pequeñas dosis que pesan como si fuesen toneladas de realidad... creo que porque es la única forma de que entendamos que son así y no de otra forma, para que no nos "bienacostumbremos"...
Pero a veces también vienen dosis buenas
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