-
No son horas G, nunca son horas.
-
Sí, esa es la idea que se suele tener. Pero
todos luchamos a estas horas, a nuestra manera.
-
Explícate.
-
Veamos. Hoy he puesto la tele y he visto lo de
siempre, pero lo de siempre se ha convertido en algo diferente.
-
¿Qué ha pasado?
-
Nada. La tele ha seguido funcionando bien, sin problemas.
-
¡No te escapes! ¿Qué cojones era diferente?
-
Pues que todos luchan. De una forma u otra. Unos
sueñan con ganar a su rival catorce años después, otros con un minuto de gloria
en una gran vuelta y otros con simplemente ganar un punto de break. Y le ponen
corazón, mucho corazón. Y luchan por un suspiro, por un jodido minuto de
gloria, nada más. ¿Te parece normal?
-
Supongo que sí, pero creo que esta no es más que
otra de tus metáforas.
-
Puede serlo. En realidad tú también puedes ser
una simple metáfora. Pero es que ellos luchan para nada, ¿no lo entiendes?
-
No. No te entiendo.
-
Pues que muchas veces todo lo que construyen se
viene abajo en milésimas de segundo. Ellos saben que nada dura lo bastante
porque todo se acaba. Y aún así, se levantan y lo intentan otra vez.
-
¿Y?
-
Que creo que va siendo hora de dejar de
lamentarse por nuestra última derrota, aunque siga presente. Queda mucho por delante como para no hacerlo. Así que empezaremos a calentar porque hace demasiado frío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario