En el colegio deberían enseñarnos cosas más interesantes que
el mínimo común múltiplo o el máximo común divisor. ¿De qué sirve eso?
Siempre he pensado que sería más interesante que nos cuenten otras cosas, como
que la vida no es una jodida película donde todo sale perfecto, que los
guionistas existen en la ficción pero en la realidad el guión a veces se pasa
de puntos de giro.
En cambio que otras historias, esas que sufriríamos si
hubiésemos vivido en otra época si que lo son. Sí claro, las de la Guerra
Civil, las de la Revolución Francesa, las de la 2ª Guerra Mundial o las de la
caída del Muro de Berlín. Igual
cualquier historia en esa época hubiese sido más romántica. Y es que a veces
confundo lo bonito con lo más triste, por ser a veces lo más valiente.
El todo no es igual a la suma de las partes. El todo es el
conjunto de emociones que produce la suma más la propia ecuación. Y para mí el
todo siempre será esa suma de tonterías que hacen que me emocione, como las
frases bien escritas en un libro o los actos valientes y heroicos. Y por supuesto, el soñar
despierto con películas personales o imaginarse algo que no existe.
Y todas esas cosas también son parte del todo, aunque
algunas hayan pasado de ser realidades paralelas a ser realidad. Pero ese todo,
sigue siendo mucho más que la suma de las partes y a mí me sigue apeteciendo
conocer hasta el último detalle.
Y ahora, creo que toca volver a ser valientes