Eran fiestas. O eso decían. La calle se llenaba de banderas
y música insulsa. Pero también de risas y de vida. Porque no hay mayor patria
que la que cada uno lleva en su interior. Y la noche la presidía ella, más grande
que nunca, pero tan previsible y mentirosa como siempre.
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¿La has visto no? Está preciosa.
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Si tú lo dices…
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No lo digo yo. Lo dicen los expertos astrónomos
de todo el mundo. Y mira cómo la gente se queda embobada viéndola. Se ha hecho
aún más famosa.
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Me alegro por ella. Pero hoy no me gusta nada.
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¡Mira que eres raro, niño! Siempre igual. ¿Qué
tiene de malo?
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Porque todos la admiran, de diferente manera, pero a fin de cuentas no tiene nada de especial para mí.
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¿Qué es para ti algo especial?
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Especial es esa versión de una canción que te
cantan al oído, o la comida de casa después de meses sin pisarla o esa mirada que significa todo mientras no te dicen nada. ¿No te parecen mejores?
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¿Y qué cojones tiene que ver eso con la luna?
Es que, a fin de cuentas, todo en esta vida acaba perdiendo su esencia. Menos tú.