Tom toca una marimba hecha por él mismo en uno de los transbordos de la estación de metro de Argüelles. Tom no se cree especial, pero
cada vez que le echan una moneda siente que podría volver a serlo. Su día a día
es monótono, aunque se sienta orgulloso de pasarlo al lado de lo más quiere en este mundo.
Tom me dijo que se pasó tres años construyendo su
instrumento, como un reto para encontrar un nuevo hogar. El verdadero, quedó hecho añicos cuando su “anterior marimba” tiró de la cadena. Él no lo dijo, pero
nos volvió a demostrar que siempre debemos encontrar un nuevo punto de partida.
Hace muchas semanas que no veo a Tom. Puede ser que no pasara
ese casting inútil, porque la vida debería ser algo más importante que una estúpida
prueba. En realidad, Tom podría ser el principio o el final de una metáfora. Porque
fue capaz de hacerme sentir como en casa, aunque estuviera a 600 kilómetros de
ella.
Lo peor de hacer las
maletas no son las cosas que tienes que meter, sino aquellas que dejas atrás.
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