29 oct 2013

En banca rota

Me vendiste la vida como una partida de póker. Algo así como un lugar donde nos movemos con bazas y estrategias. En coger frío y sumar con calculadora, para terminar aderezando todo con una pizca de egoísmo. Y lo único que saqué en claro es que no sabía apostar, nunca contigo.

Nos tiramos al vacío con trío de doses para descubrir que el equilibrio era imposible. Quizás es que nunca te conté que le tengo miedo a las alturas. Y el vértigo, a fin de cuentas, es algo así como tener las mejores cartas y no jugarlas por miedo a perder.

La banca se lo llevó todo de un día para otro, y aún sigo sin saber el porqué. Igual nos vimos ganadores antes de tiempo, o quizás simplemente pensamos en cómo repartirnos el premio antes de ganar nuestra partida. Pero solo sé que el “todo” se quedo en un absurdo “casi” cuando tiraste de la cadena.


Me has vuelto un  gilipollas, pero por lo menos me has enseñado a perder el miedo.

No hay comentarios: