17 jul 2013

I'll take a quiet life

Hoy no es un día cualquiera, o por lo menos él todavía cree que no debería serlo. Igual es que el verbo creer es tan ancho que siempre cuesta saber por donde cogerlo. Suena el despertador a las ocho, como siempre, ya que lo de madrugar más en verano que en invierno sigue siendo una rutina dura y necesaria.

Llega al espejo y se ve. Sigue siendo el mismo de siempre, aunque sus ojeras le recuerden que debería dormir más y pensar menos. Sigue en su caparazón en forma de batería, barcos y autobuses. Él sabe que el escenario siempre lo cura todo, aunque sea por unas horas.

Pero hoy no hay nada para salvarle. Hoy toca hacer el mismo trayecto de coche que hace exactamente dos años, pero todo es diferente, incluso él. Ya no hay aire acondicionado, los recuerdos se cuelan por las ventanillas, la compañía es más insulsa y las ilusiones dejan paso a un puro trámite insípido.

En el coche hay una radio nueva, pero está más cargada de recuerdos que nunca. La emisora tarda en sintonizarse y lo primero que se escucha es esa maldita canción de Radiohead que habla del pasado. Al principio sonríe, pero el problema es que las alarmas han saltado hace mucho tiempo y que por mucho que tachemos algunos días del calendario van a seguir ahí, ya que son imposibles de eliminar.


Y al final lo único que podemos hacer es transformarlos, pero para eso necesitamos demasiado tiempo.

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