28 dic 2010

Ayer, hoy y mañana



Los cambios son los engranajes que mueven el mundo. Cambiamos de ciudad, cambiamos de compañías, cambiamos de hábitos, cambiamos la ropa, cambiamos el color de la habitación y sobre todo cambiamos de estados de ánimos y de opiniones. Sí, aunque te parezca que no, cambiar de opinión no es una actividad nociva como piensan  muchos, sino todo lo contrario.

En el último año he cambiado de ciudad, he cambiado de estudios, he cambiado de aficiones, he cambiado mi opinión con respecto a algunas personas y en suma he cambiado mi forma de ver el mundo. Sin embargo, no ha pasado nada, por mucho que algunos piensen que estancarse es mejor. La vida fluye aunque no queramos, así que es mejor ser positivo.

A veces creemos que hay cosas que no deberían cambiar nunca, pero tarde o temprano todo pasa y cambia. A mí los cambios no me disgustan especialmente, porque creo que cuando algo cambia debemos adaptarnos a ello y entonces nos hacemos más fuertes de cara al futuro, aunque sea solo un poco y creo que eso es algo importante.

1 comentario:

Sabela Eiriz dijo...

Mira que siempre fui de odiar los cambios, pero probablemente por pereza. Es inevitable, porque no dejamos de cambiar en cada segundo... cada segundo que absorbemos y que comunicamos...

Me he dejado llevar por tu blog, leyéndolo de arriba abajo y, ¡cómo me gusta, Gonza! A seguir así!

...y feliz Navidad! ;)