A veces pagaría por dormir bien e incluso por pensar menos.
Pero entonces supongo que no sería yo. Todos, y cuando digo todos me refiero a
todos los habitantes de la faz de la tierra, nacemos con una tara encima. Como
un juguete defectuoso.
Sí, ese que a todos le funciona bien, menos a nosotros, y se
nos enquista. Y cuando las cosas se enquistan se complican demasiado. Y se
enredan, y se vuelven a enredar, como en una cadea de ADN difícil de descifrar.
Supongo que todos debemos aprender a vivir con ello, o a
mitigarlo mediante otros extremos. Dicen que la ciencia tranquiliza, y que al arte se
le deja el campo del desasosiego y la inquietud. Y es así, porque como nosotros
también tiene una tara de serie para superar. Y septiembre puede ser un buen
mes para superar la mía.
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