7 abr 2014

Fecha de caducidad

Despiertas y no sabes muy bien donde estás. Das otra vuelta en cama y solo recuerdas ese chupito innecesario que te produce dolor de cabeza. Tienes ganas de cambiar y dejar sin trabajo a tu rutina. Te pasa muchas veces, pero en el fondo te da igual. A fin de cuentas, siempre tienes alguien al lado cuando te despiertas. Y así todo es un poquito más fácil.

Soy ese yogur que tienes en el fondo de la nevera. Esa última opción escondida, que no sabes muy bien que hace allí, y que no tiras más por pena que por cariño. Un recurso sin sentido, porque sabes de sobra que nos hemos pasado de la fecha de caducidad.

Lo peor es que siempre ha sido así. Si la vida fuera un centro comercial con varias puertas nunca podríamos coincidir. Tú entrarías por la que se abre sola, sin pensar, como si las cosas fáciles fueran las mejores. Y yo, ni siquiera pasaría por la de empujar, porque sigo creyendo que las cosas fáciles nunca pueden llegar a ser maravillosas.



El problema es que tú sigues sin querer entenderlo.

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