En todas las estaciones en las que espero hace demasiado
frío. Parecen robustas, nuevas y acogedoras, pero están llenas de grietas. Como
las tuyas o como las mías. Esas por donde se nos cuelan los miedos cuando
perdemos un tren, porque sabemos de sobra que estamos condicionando el resto de transbordos de nuestra vida.
En mi estación de paso sigue haciendo frío. No es un defecto de forma, ni de construcción. Es algo así como una herida abierta que necesita
demasiado tiempo para poder cicatrizar. Y a veces, por los excesos, se vuelve a
infectar.
Te lo voy a poner más fácil, incluso. Todo está como en una casa
vieja, de esas que tienen muchas ventanas abiertas. Y el viento siempre acaba abriendo la que
tú acabas de cerrar. Así que aunque lo intentes vas a acabar calado hasta arriba.
Y el problema es que sigue sin llegar un jodido anticiclón que compense tu ciclogénesis explosiva.
El amor sin ti es una
carta sin destinatario y se me acumulan los sobres en el descansillo – Elvira
Sastre
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