5 ene 2014

Segunda lección

¿Quieres improvisar? Me he estado fijando y se te nota. Ha llegado la hora de tirar con esas absurdas partituras con las que llevas cargando todos estos años, que no son más que un peso extra en tu mochila para poder avanzar. Y no me mires con esa cara porque todos sabemos que siempre llevas equipaje de mano.

-Soy todo oídos.
-Me encantaría ayudarte, pero no tengo ni idea de cómo lo hago.
-¿Es talento?
-Un poco, pero sobre todo práctica. Puedo ser el mejor, pero si me quedo sentado en una esquina del mundo a disfrutarlo nunca conseguiré nada.
-Pero sin talento no voy a ninguna parte.
-Yo sólo puedo decirte una cosa. Antes de hacer nada piensa en el principio y en el final. El resto, da un poco igual.
-¿Por qué?
-Porque la gente sólo se acuerda de cómo empiezan y acaban las cosas.
-¿En la música o en la vida?
-En las dos cosas. A fin de cuentas en los dos sentidos hay que saber improvisar. ¿Tú que piensas que es más difícil?
-Empezar. Dar el paso. Lanzarse al vacío sin red. Todo eso cuesta demasiado.
-Eso es complicado, pero no sabes lo difícil que puede llegar a ser encontrar un buen final.
-¿Por qué?
-Porque nunca estamos preparados para los finales. Tú te lo imaginas a lo grande, sin demasiadas florituras o por la salida de emergencia. Y mientras te lo piensas, el punto final ya te ha dado con la puerta en las narices.


Y algún día todos aprenderemos a puntuar correctamente los finales

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