Anochece en el campamento base y no sabría decirte muy bien
qué hora es. Hace tiempo que han quitado los relojes, como si descansar de la
batalla fuera más fácil si no sabemos si son las dos o la tres. Y al final...siempre nos acaban dando las seis.
He venido a desordenar tu habitación. ¿Por qué? Porque me da
la gana. A ver si así vuelves a sentir algo de una puñetera vez. Lo que
prefieras. Como si te quieres preparar una infusión de rabia, asco e indignación.
Así de fácil. O así de duro. El caso es que hace demasiado tiempo que me he
quedado sin presupuesto para las copas de paciencia.
Esto es como una alergia a algo que no puedes (o no quieres)
evitar. Como ese idiota que se tira a la piscina sin conocer su profundidad. Y tú
sabes de sobra que no me voy a quedar en las trincheras si soy adicto a la
primera línea de combate. El problema es que los cementerios están llenos de
gilipollas valientes.
Y siempre es más bonita la "Historia" que vivirla
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