13 ene 2014

A las trincheras

Anochece en el campamento base y no sabría decirte muy bien qué hora es. Hace tiempo que han quitado los relojes, como si descansar de la batalla fuera más fácil si no sabemos si son las dos o la tres. Y al final...siempre nos acaban dando las seis.

He venido a desordenar tu habitación. ¿Por qué? Porque me da la gana. A ver si así vuelves a sentir algo de una puñetera vez. Lo que prefieras. Como si te quieres preparar una infusión de rabia, asco e indignación. Así de fácil. O así de duro. El caso es que hace demasiado tiempo que me he quedado sin presupuesto para las copas de paciencia.

Esto es como una alergia a algo que no puedes (o no quieres) evitar. Como ese idiota que se tira a la piscina sin conocer su profundidad. Y tú sabes de sobra que no me voy a quedar en las trincheras si soy adicto a la primera línea de combate. El problema es que los cementerios están llenos de gilipollas valientes.



Y siempre es más bonita la "Historia" que vivirla

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