9 may 2012

G y las drogas duras


Nuestra vida siempre se ha compuesto de ciclos, de ciclos que pueden ser todos lo largos que queramos. Y esos ciclos siempre comienzan por decisiones, que pueden ser conscientes e inconscientes.

En el caso de G, cuando tenía cuatro años tomó la decisión de decirle a sus padres que le apetecía tocar tambores más grandes que él. Y esa decisión, totalmente inconsciente, quizá haya sido la que más ha marcado su vida de ahí en adelante.

Porque los tambores se convirtieron en notas, láminas, acordes, baquetas rotas y técnicas de nombres extraños. Pero sobre todo en luchar, disfrutar y aprender a comerse el mundo día a día. Y también en compaginar cosas que no parecían fáciles.

Por esos tambores he renunciado a cosas, se han reído de mi y he sido un extraño en lugares familiares. Pero no pasa nada, al final las cosas que hacemos solo las debemos entender nosotros mismos. Y sí nosotros estamos conformes con ellas todo irá bien.

Y ahora, que he renunciado a ello temporalmente, siempre tengo el mono, como si de una droga dura se tratase. Y por eso, y por mis dos familias, es por lo que merece la pena volver a casa todos los fines de semanas. Porque ese ciclo nunca lo voy a querer cerrar.

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