Hoy quiero hablar de fútbol. Pero no dejéis de leer tan rápido, porque a
veces el deporte se puede parecer mucho a la vida. Viajemos a un bar cualquiera
de una ciudad cualquiera. Eso da igual, porque en todas las ciudades hay seguidores de los tres equipos grandes. Los hay porque ellos ganan más que los otros. Y lo fácil
nos encanta en el siglo XXI. Así nos va, claro
- ¡Qué putada! ¡Qué difícil se pone todo!
- Tranquilo. Aún tenemos opciones. Míralo por el lado
positivo
- Es que cada vez que lo pienso.....¡ay! Si no hubiésemos tirado
aquellos partidos dependeríamos de nosotros.
- Pero lo vamos a sacar adelante. ¡Tranquilo!
- Ya, ya. Ojalá.....pero no depende de lo que hagamos. Eso es
lo peor.
Millones de españoles se echan las manos a la cabeza porque
el éxito de su equipo no depende solo de sus actos. Y a mí se me escapa una
sonrisa. Porque en realidad, las personas casi nunca dependemos de nosotros
mismos para conseguir lo que queremos.
Piénsalo. Podemos hacerlo de lujo. Intentarlo. Incluso
caernos y levantarnos para volver a creer. Pero si las cosas no están por salirnos de cara, nuestros
castillos en el aire se acabarán desvaneciendo. Y es que a fin de cuentas lo que nos hace especiales son los demás.
Así que el fútbol, mejor, lo disfrutamos. Y me echo las manos a
la cabeza pensando que esta semana depende tanto de mí, como por ejemplo de ti.
Y por si aún fuera poco, como dice Marwan, “en la vida real
siempre gana el coyote al correcaminos”
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