Verás. No sabes donde te estás metiendo. Puedo escuchar una
canción en bucle durante una semana entera. Los domingos me vuelvo un
gilipollas, y si pierde el Celta mejor que ni te acerques a saludar. Suelo
acabar los libros aunque no me gusten. Pero nunca seré capaz de terminar 'El
Castillo' de Kakfa.
Compro por impulso y me suelo olvidar de lo importante.
Además, nunca sé elegir cuál es la cola correcta en el supermercado. Odio
esperar. Y las palabra “tiempo” y “temporada”, porque nunca entendí que era eso
de los métodos de medición tradicionales.
Dibujo peor que un niño de cinco años y a menudo se me van las cosas de las manos. Me quedo con lo extraño porque creo que lo fácil nunca será lo más adecuado. Duermo mal porque casi nunca me entiendo. Y no tengo ni idea de donde voy a ir, pero tengo muy claro que no voy a volver.
Aún así, ¿sigues sin entenderlo?
Hola septiembre. Tarde y mal, como siempre. Pero sigues siendo un epílogo perfecto lleno de razones para sobrevivir al invierno.