29 oct 2013

En banca rota

Me vendiste la vida como una partida de póker. Algo así como un lugar donde nos movemos con bazas y estrategias. En coger frío y sumar con calculadora, para terminar aderezando todo con una pizca de egoísmo. Y lo único que saqué en claro es que no sabía apostar, nunca contigo.

Nos tiramos al vacío con trío de doses para descubrir que el equilibrio era imposible. Quizás es que nunca te conté que le tengo miedo a las alturas. Y el vértigo, a fin de cuentas, es algo así como tener las mejores cartas y no jugarlas por miedo a perder.

La banca se lo llevó todo de un día para otro, y aún sigo sin saber el porqué. Igual nos vimos ganadores antes de tiempo, o quizás simplemente pensamos en cómo repartirnos el premio antes de ganar nuestra partida. Pero solo sé que el “todo” se quedo en un absurdo “casi” cuando tiraste de la cadena.


Me has vuelto un  gilipollas, pero por lo menos me has enseñado a perder el miedo.

22 oct 2013

Porqués indescifrables

Llueve a mares. Quizás ya no sepas si te llueve por fuera o por dentro. Es como si el otoño se hubiese quedado contigo para darme un tregua. La lluvia no te ahoga, pero a veces te sientes tan perdida que casi no puedes respirar. Y te veo y estoy cerca, tanto que podría tocarte, pero en realidad ya estás más lejos que nunca.

-Siempre llegas tarde.
-¿Tarde para qué?
- Para todo. No puedo con eso y lo sabes.
- Lo sé, pero en realidad nunca he parado de correr. Quizás ese fue nuestro problema.
-¿Por qué?
-Porqué quizás corrí demasiado, no lo tengo claro. Pero es que cada vez que llegaba a la parada ya había perdido el autobús.
-¡Venga ya! ¿Crees que vas a arreglarlo todo con una puta excusa barata?
-No hay nada que arreglar. Esto sólo es otra pregunta para añadir a mi lista de porqués indescifrables.
-¿Porqués indescifrables?
-Sí. ¿Alguna vez te has preguntado por qué no seguimos los consejos que le damos a los demás? Pues eso no es más que otro de los porqués indescifrables.
-¿Y esa lista lo arregla todo?

-No creo, porque aún sigo sin saber por qué el último libro que te regalé era el que explicaba como olvidarte.


14 oct 2013

Declaración universal de principios musicais

Espertas e pensas,
que sempre escoitas o mesmo nas festas,
que a calidade non se merca
e que tes eses catro acordes metidos na testa.

A cantidade
nunca casou ben coa calidade.
E a repetición
nunca foi amiga íntima da variade.

Eu non quero os teus contratos,
nin a túa merda.
Eu só quero
que veñas connosco de festa.

Non quero o teu playback,
nin o teu salario,
para que logo me veñas co conto
de que te cegan as luces do escenario.

Todo isto, depende moito dos cartos,
ou incluso de quen sexas fillo.
por iso nós sempre seremos:

Outra vaca, no noso millo.

8 oct 2013

Llegando a meta

El otoño engaña. Era la frase que tenía dentro de su cabeza, y se la repetía refugiado en cama mientras lidiaba con su resfriado. Ella no le hacía caso, ya que esa noche tenía muchas ganas de ver a las estrellas. Se asomó a la ventana, pero sólo había una luz en el cielo y no era más que la luna contándole una milonga cualquiera. Igual es que en otoño le apetece engañar más.

-¿Cuál fue el peor momento de tu vida?
-Cuando me contaron esa gilipollez de que algunas estrellas que brillaban ya estaban muertas.
-¿Y te lo creíste?
-Era una niña, ¿vale?. Tú seguro que a los cinco años también te lo creerías.
-Puede ser, pero en realidad eso es algo que da mucho que hablar….
-No empecemos...¿cuál fue el peor momento de tu vida?
-Cuando me conformé con lo que tenía, punto por punto.
-¡Conformarse no es un momento!
-Sí que lo es, ¿por qué no lo iba a ser?
-Explícate.
-Pues que conformarse significa dejar de aspirar a algo más. O hacerlo, pero no intentarlo por miedo a que no te lo concedan.
-¿Y eso es un momento?
-Pues sí. Hubo un tiempo, o un momento, donde necesitaba ser la línea de meta de alguien para que todo tuviera sentido. Y así, es imposible avanzar.
-¿Y qué pasa con la línea de meta?

-Que nadie necesita sentirse línea de meta para ser feliz.


1 oct 2013

Perdiendo los papeles

-Verás, hay una historia sobre un niño que no paraba de despedazar papeles. Sus padres, preocupados, lo llevaron a toda clase de médicos para que dejase de hacerlo. Pero ninguno de ellos fue capaz de darle una solución.
 -¿Y qué hicieron?
-Lo acabaron llevando al mejor médico del mundo, porque estaban desesperados.
-¿Sirvió de algo?
-Era el mejor médico del mundo, ¿no? ¿Tú que crees?
-Deja de darle vueltas, gilipollas.
-Gracias.
-¡Venga!
-El mejor médico del mundo le dijo que si dejaba de romper papeles, sus padres dejarían de arrastrarlo a consultas. El niño, cabreado, se volvió y le dijo a sus padres “¿por qué no me dijisteis simplemente eso?”
-¿Y?

-Que yo siempre he sido el niño que no se daba cuenta de que parar de hacer algo me haría feliz.