El mundo se rompe en dos y yo sigo empeñado en tener demasiadas
cosas en la cabeza. Sabes que siempre me ha gustado llegar tarde y quedarme hasta deshora. Será por aquello de compensar.
Y a las dos de la mañana me toca buscar la melodía de
piano que me ayude a pulir el guión más imperfecto del mundo. El problema es
que todas son demasiado perfectas para él. El mundo está lleno de poesía y
nosotros seguimos sin ser capaces de comprenderlo.
Somos demasiado imperfectos para ello. Entendemos fórmulas
matemáticas complejas, pero no somos capaces de despejar la ecuación de primer
grado más sencilla para la vida. Y con esas, aprovechar la suerte y los
momentos siempre va a ser la mejor opción. Porque nadie ha dicho que esto iba a ser fácil.