29 mar 2011

Pequeñas dosis de realidad


El tiempo tiene prisa. Los discos se rayan. La pantalla del ordenador falla en el momento más inapropiado. Las relaciones se desgastan. Los viajes se cancelan. Las palabras son balas que hacen daño. Las miradas ya no dicen nada. La televisión aburre. Internet  va demasiado lento. La pentatónica se empeña en no sonar en el acorde adecuado.  La cobertura no llega a donde debe llegar. Los sueños solo son sueños y las ilusiones solo son ilusiones. Las esposas hacen daño y las heridas dejan cicatrices. La primavera es perezosa. Las baquetas se rompen. Frotar no sirve para quitar las manchas.  Los lunes son odiosos, y los martes a veces también. La rutina es tedio. Y el tedio es rutina. Los semáforos están en rojo si los miras. Los baches están donde menos te lo esperas. Los perros muerden. Y los gatos son muy perros. Los malos son muy malos y los buenos a veces no son tan buenos.

Y si te disparan, sangras. Sigue siendo un principio importante, aceptar las cosas complejas como cosas complejas. Simplemente se trata de eso.

25 mar 2011

Gafas de sol para días de lluvia

- Siempre soñé con llegar a la luna a bordo de uno de esos carritos que pueblan los supermercados...
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- Estás perdido. La semana pasada era cuando lo tendrías que haber intentado. Es una cosa rara, pero la Luna a veces está más cerca de la Tierra que otras. Los físicos lo saben explicar muy bien, y la semana pasada fue una de esas veces.

- ¡Qué extraño! Hoy parece que nada va a salir bien.

- ¿Es un mal día entonces?

- Imagínate un reproductor de música cualquiera. La música no es que haya parado de sonar, simplemente lo hace con menos fuerza, con menos volumen o incluso con menos ritmo. Parece que le da pereza sonar, como si la batería poco a poco se fuese acabando. Y da igual que subas el volumen,  porque sabes que hoy, exactamente hoy, no se va a arreglar.

- Vale. Y encima, se pone a llover.

- Sí, y hace demasiado tiempo que se me ha roto el paraguas.  Pero da igual, siempre me ha gustado poner gafas de sol para los días de lluvia. Y después, continuar, que la música no pare de sonar.

22 mar 2011

Si te disparan, sangras


Hace tiempo, cuando se estrenó Grupo Salvaje, de Sam Peckinpah, en la rueda de prensa una periodista alzó la mano y en preguntó en tono inquisitivo: "¿Qué necesidad creen que hay de mostrar tanta sangre?". Ernest Borgnine, uno de los actores, respondió con aire perplejo: "Pero, señora, cuando te disparan, sangras". La película se filmó en plena época de la Guerra de Vietnam.

Me gusta esa frase. Posiblemente sea uno de los principios básicos de la realidad. Aceptar las cosas difíciles de desentrañar como cosas difíciles de desentrañar, aceptar el hecho de sangrar. Disparar y sangrar.


Es que, cuando te disparan, sangras.

H. Murakami - "Sputnik, mi amor"

Creo que el señor Murakami, tras enseñarme que por momentos la vida no es más que un encuentro espacial entre dos satélites artificiales que simpatizan por un instante, vuelve a tener toda la razón. Y también creo que es algo que todos deberíamos de tener en cuenta.

16 mar 2011

¡Camarero! ¡Un standard de jazz!


- "Un lápiz, dos partituras y tres cafés"
- Demasiado típico. Cambia los cafés por zumos de naranja
- ¿Zumos de naranja? ¿Estás loco?
- ¡Gracias por los piropos!
- A ver, ¿por qué zumos de naranja?
- No sé, puede ser una buena metáfora. Coges las naranjas, un exprimidor y sacas todo lo que llevan dentro. Piensalo por un momento, ¿qué sacarían si te exprimieran a ti?
- No tengo ni idea. Nunca me había planteado algo así. ¿Qué te sacarían a ti?
- En el caso de tu historia dos partituras. O por lo menos una
- Sigo creyendo que estás demasiado mal. Pero, ¿cómo se llamaría la partitura?
- Digamos que "The days of the wine and roses" podría ser un título muy adecuado
- ¿Y eso de qué va?
- De nada, es un standard. Está en Fa mayor, pero eso es lo de menos....lo importante es que esos días están por venir.
- Ah, sí. ¿Y cuando llegarán?
-Todo depende de tus naranjas y de tu exprimidor.

1 mar 2011

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Será porque hace sol, será porque me quedan 6 horas sentado en esta silla, más otras tantas por la tarde sentado en otras, pero el caso es que se me han venido de golpe todas las ganas de tocar. Como cuando pasas por delante de una tienda, observas algo que te gusta y sientes la necesidad imperiosa de entrar a comprarlo.

Y hoy es un día extraño, donde parece que todos los microorganismos se han puesto de acuerdo para impedir que las agujas del reloj avancen rápido. Donde las nubes parece que todavía no tienen ganas de dar la bienvenida al sol y donde echar de menos sigue siendo un deporte muy malo.

En el fondo no deja de ser lo mismo de siempre. Ya son dos años donde el único mono que conozco es el de marimba y vibráfono. Sí, como si fuera una droga dura. Y escribir, es algo así como la metadona.